La gastronomía se suma a la oferta de las rutas del toro bravo salmantino
En estos tiempos revueltos en los que mucho se habla y poco se conoce, resulta más que recomendable descubrir de primera mano lugares que hasta no hace tanto, estaban cerrados a cal y canto y a los que tenían acceso unos pocos privilegiados. La dehesa, uno de los elementos que identifican la provincia de Salamanca, con sus fincas en las que conviven el toro bravo con el cerdo ibérico, ha abierto sus porteras para que todo aquel que quiera saber, aprender, o incluso degustar, deje volar su imaginación y se transporte a un mundo de sensaciones.
Sin olvidar la actividad principal de la dehesa -la ganadera- en sus diversas modalidades; ese ganadero, empresario en definitiva, ha dado un paso más diversificando el negocio hacia la vertiente turística, como un complemento de renta y como una posibilidad de dar a conocer al mundo cómo es la vida en la dehesa.
Las siguientes propuestas tienen al toro como hilo conductor, pero la parte gastronómica también ha ido tomando cuerpo y da forma a una completa oferta.
La Roblicita (Alba de Yeltes)
Una vez más, el toro bravo es la excusa para conocer un modo de vida único, tal y como lo sienten sus propietarios, en este caso, la familia Revesado Pernas.
Visita guiada en la que se conoce la vida del toro bravo en su hábitat natural y sin ningún tipo de peligro.
En la que se pueden descubrir las faenas camperas de primera mano guiados por profesionales, es la propuesta de La Roblicita.
Pero el negocio máter de esta familia ha sido siempre la industria cárnica, por eso, como argumenta Alberto Revesado, «se solapa la cría del toro bravo y la del cerdo ibérico y en esa misma dehesa, La Roblicita, donde están las vacas de vientre y los toros.
En época de campaña de bellota también está el porcino ibérico que luego procesamos en nuestra planta». «La calidad de nuestros productos -añade Revesado- viene avalada por un seguimiento de todo el proceso, desde la materia prima hasta el final».
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