Mientras las plazas españolas preparan las nuevas temporadas y tan solo hay silencio y soledad en los tendidos, en las dehesas hay gran actividad durante todo el invierno. Reglamentando, seleccionando y preparando el ganado para las próximas temporadas.
El herradero de becerros machos y hembras, es el primer “Acto Litúrgico” del ganado bravo. De esta manera los becerros dejan de ser anónimos y se convierten en una cabeza más de la ganadería con nombre, número e identificación. Es el día de más alegría de los vividos en el año ganadero y uno de los más laboriosos.
Cuando el becerro cumple un año, o un poco antes, se procede a herrarle, es decir, marcarle con el hierro de la ganadería, señalarle y numerarle. El hierro y la señal es para distinguirle de otras ganaderías y el número es para distinguir las reses de la misma ganadería.
La costumbre de numerar las reses data de mediados del siglo XX. El hierro y la señal es de época anterior, pues se herraba todo tipo de ganado.
La faena se inicia varios días antes separando las crías de las madres. Toda la camada se encierra junto a los bueyes en un corral. De allí se sacan de uno en uno.
Antiguamente el becerro se pasaba a una corraleta donde varias personas le sujetaban por la cabeza, el rabo y el costillar, tumbándole con cuidado sobre el costado izquierdo, ladeándole la cabeza para evitar posibles roturas de los pitones. Se le ataban las patas con un nudo corredizo y una vez inmovilizado, se le ponía la marca de la ganadería en el anca y el número en el costillar.
A la vez el mayoral hacia la señal en la oreja (punta de espada, muesca, puerta, zarcillo y diferentes combinaciones entre ellas). Concluida la operación se suelta al becerro para que se reúna con sus hermanos de camada en el campo.
Previamente los distintos hierros se calentaban al rojo vivo en una hoguera. En esta faena también participaban toreros, ganaderos, vaqueros de dehesas limítrofes y amigos del ganadero.
Generalmente a los toros se les hierra en el lado derecho, en el izquierdo se hierran a los caballos.
Herrar con limpieza es una faena difícil y precisa. Hay que hacerlo con firmeza pero con suavidad, ”campaneando” el hierro para que no se haga un borrón.
Algunos ganaderos colocan el hierro en distinta posición, designando la reata o casta de procedencia de la res.
Actualmente estas faenas, por comodidad, rapidez y falta de personal, se realizan, aunque no siempre, en cajones. El animal del corral pasa por una manga directamente al cajón, se le sujeta con cadenas y se le ponen los hierros, calentados al rojo en modernos quemadores de propano o butano y se le hace la muesca en la oreja.
Ahora además es preceptivo poner el guarismo del año en la paleta y la letra de la asociación en la solana. El veterinario los vacuna, desinfecta e inyecta antibióticos.
El ganadero anota el número, el nombre y la resistencia de cada becerro, en el libro de la ganadería. Ello le puede ayudar más tarde en la tienta y ver como podrá ser el animal en el futuro.El veterinario también toma nota del saneamiento.
Antiguamente La guardia civil estaba presente, observando con detalle y anotando todo lo referente a cada animal.
Debemos recordar que el ganado bravo es el animal más controlado y más vigilado de cuantos existen por la administración.
Finalizado el herradero, sin importar la hora, todos los participantes se reúnen para comer y se aprovechar para contar las vivencias y anécdotas de los asistentes, hasta que cae la noche.